Recopilación de las columnas publicadas en los últimos años en diferentes medios

Tuesday, September 26, 2006

Pimba! - setiembre 2006 Ed. Sociales

Es evidente que el común de la gente gusta de interactuar con sus pares y busca constantemente oportunidades para hacerlo, pero éstas suelen escasear y por ello deben aprovechar hasta las ocasiones menos propicias para departir con amigos o conocidos. Así es que transforman un evento cualquiera, en una instancia deseable para la interacción.

Tal es el caso de los velorios. Situación que a priori está concebida como un momento de recogimiento para los familiares y allegados del difunto, pero que se han transformado en una excusa para encontrarse con familiares lejanos o amigos que la vida ha llevado por diferentes caminos. Otro tanto sucede con las personas mayores que los achaques de la edad le impiden realizar demasiada actividad social y aprovechan cuando algún coetáneo fallece para reencontrarse con sus pares que están, como él, al borde del cajón (en el más amplio sentido del término) y así ponerse al tanto de sus vidas y los chismes correspondientes. Por ejemplo la presentación del nieto que recién se recibió, la nena que se acaba de casar o, en el peor de los casos, del adolescente que está allí por compromiso y se acerca aterrorizado por la amenaza inminente del cariñoso pellizco en el cachete.
Nunca falta tampoco el personaje público, quien por lo general concurre por una mera formalidad y debe soportar la morbosa curiosidad de los presentes.
Otro punto destacable de esas ceremonias es la empalagosa seguidilla de loas que recibe el finado, que dejó de ser el sujeto más odiado del condado para convertirse en un beato.

Otra de las instancias concebidas para propósitos muy dispares para el cual terminan sirviendo son los actos partidarios o por alguna conmemoración. El caso más emblemático es el 1° de mayo. Este día podemos ver familias enteras caminando (puesto que no hay transporte) hacia el punto donde se realiza el evento, con todos los accesorios para un picnic. Los niños llevan sus muñecos, su pelota o sus bicis y los adultos van con su silla plegable, termo, mate e incluso alguna lectura para hacer tiempo hasta que comience el discurso. Pero estos son los menos pues generalmente saben (y por eso van) que se encontrarán con muchos conocidos con quienes conversar. Estos su vez, posiblemente lleven a sus hijos, lo que garantiza que los propios se entretengan. Así es como comienza a forjarse la cultura política de los pequeños, en estos casos mayoritariamente de izquierda pero ocurre con todos los partidos. Principalmente en año electoral, los niños acompañan a sus padres a los clubes o comités y desde luego, comienzan a interiorizarse en la filosofía imperante de forma lúdica. Aprenden de colores (partidarios); números (de lista), aplican teorías de conjuntos (sub lemas), así como también la conjugación de frases pomposas en primera o tercera persona del plural.

Estas son dos situaciones que desde siempre me patearon el hígado, pero es posible descubrir otras similares a los lados de las canchas de rugby, polo o fútbol universitario, donde el cotilleo resulta más acalorado que el propio partido.

Pimba! - agosto 2006 Ed. Copia

La imitación es la más sincera forma de adulación.”[1]

Comúnmente la copia es mal vista, principalmente por aquellos que trabajamos en ámbitos donde se exige originalidad y creatividad. Pero me permito plantear otro punto de vista, principalmente si tenemos en cuenta algunas salvedades.
Para comenzar, siempre que se remite a algo se está aceptando su existencia. De lo contrario estaremos ante un plagio, pero muchas veces se le atribuye a la copia esta intención, injustificadamente.
Por otra parte, hay que considerar que no necesariamente copiar implica la degradación del anterior (u original en términos relativos) ya que en ocasiones se enriquece su significado. Además, la copia nunca será en su esencia material o conceptual, igual al precedente.

“El verdadero artista crea, copiando”[2]  “Todo arte es imitación de la naturaleza.”[3]  “La imitación es innata en nosotros, más no es sencillo reconocer lo que debemos imitar.”[4]  “Las ideas son capitales que sólo ganan interés entre las manos del talento.”[5] “No basta con tener ambiciones, es preciso tener la fuerza necesaria para sustentarlas.”[6]
“Si yo pinto mi perro exactamente como es, naturalmente tendré dos perros, pero no una obra de arte.”[7] “La belleza artística no consiste en representar una cosa bella, sino en la bella representación de una cosa.”[8]

En los asuntos de gran importancia, lo esencial es el estilo, no la sinceridad.”[9]
 “Acrecentar la propia personalidad sin incluir en ella nada ajeno- ni pidiendo a los otros, ni dando órdenes a los otros, sino siendo otros cuando otros son precisos.” [10]
“Ama el arte. De todas las mentiras es, cuando menos, la menos falaz.”[11] “El arte es la mentira que nos permite comprender la verdad.”[12]

“Entre la vida y yo hay un cristal tenue. Por más nítidamente que yo vea y comprenda la vida, no la puedo tocar.”[13] "Los espejos se emplean para verse la cara; el arte para verse el alma.”[14]  Hay gente que tiene en el lenguaje costumbres de loro y en la vida costumbres de mono. Sólo dicen lo que han oído a otros y sólo hacen lo que han visto hacer.”[15]  “La verdad, algo tan personal que la misma verdad nunca podría ser valorada por dos mentes diferentes.”[16] 

Es difícil juzgar la belleza: la belleza es un enigma.”[17] “Somos todos tan limitados, que creemos siempre tener razón.”[18]
“Una verdad deja de ser cierta cuando más de una persona cree en ella”[19]  Es una verdad absoluta que la verdad es relativa.”[20] “Las ideas están siempre demasiado cerca de nuestro capricho, son dóciles a él - son siempre revocables.”[21] “Apenas hay algo dicho por uno, cuyo opuesto no sea afirmado por otro.”[22]
“Pon los ojos en ti mismo y guárdate de juzgar las obras ajenas.”[23]

“Es tan cómodo y tan fácil dejar que los demás creen y construyan para luego echarles en cara los errores o fallos inherentes a cualquier obra, aún la más perfecta.”[24]
 “Un hombre incapaz de admirar es como un par de lentes tras de los cuales no hubiera ojos.”[25]



[1] C. C. Colton [2] G. L. Bon [3] Séneca [4] Goethe [5] Rivarol [6] E. W. Stevens [7] Goethe [8] Kant [9] Oscar Wilde [10] Pessoa [11] G. Flaubert [12] Picasso [13] Pessoa [14] George Bernard Shaw [15] Maurice Baring [16] Oscar Wilde [17] F. Dostoievsky  [18] Goethe [19] Oscar Wilde [20] André Maurois [21] José Ortega y Gasset [22] Descartes [23] Kempis [24] Anónimo [25] Carlyle



Pimba! - julio 2006 Ed. Hogar

Mi hogar soy yo

Como es de suponerse, si en la edición pasada me manifesté en desacuerdo con los depósitos, en esta también lo haré con respecto a las organizaciones, ya que son un mecanismo más de coerción, de control o dicho de forma más sutil por la RAE, en un par de sus acepciones: Asociación de personas regulada por un conjunto de normas en función de determinados fines. / Disposición, arreglo, orden.
El segundo caso no vale la pena que lo considere pues está íntimamente ligado con las características ya mencionadas en referencia a los depósitos.
Ahora bien, en cuanto a las asociaciones de personas, solo basta con citar una de las formulas Peter (también aparece en las leyes de Murphy) para comprender la dudosa reputación de las mismas. “Todo integrante asciende en la organización hasta que alcanza el puesto de absoluto incompetente.” (el original refiere a un empleado en una empresa, pero es perfectamente aplicable a este caso)
Quien abogue por las organizaciones podría argumentar sobre la fuerza que se puede ejercer a través de ella para la consecución de algún fin, pero los objetivos tienen infinitos matices derivados de sus integrantes, que no son contemplados, pues en toda organización se logra la mayor eficiencia cuando quienes la hacen funcionar, no tienen finalidad o intenciones propias. Mas bien toman como propias las de la organización. Por ende, una vez que se forma parte de ello, no queda opción y tu autonomía queda sujeta al conjunto.
Francamente tampoco es cierto que yo sea como el buen salvaje de Rousseau, pero todo aquello que implique restricciones al libre albedrío me causa un poco de tirria y en las llamadas sociedades de control como la nuestra, tratadas propiamente desde Foucault hasta Deleuze, son un engaño operado a través de las organizaciones, para hacernos creer que disponemos de cierta libertad cuando en realidad lo que cambia el marco que nos regula.
Parafraseando a mi colega “librepensador” Julio Toyos, esta es una sociedad hipócrita ya que en las sociedades disciplinadas, la coacción venía de arriba, de una personalidad identificable; pero en las sociedades de control viene de todas partes!!!!! Entre otras cosas porque el que está arriba del todo es un simple monigote como está citado up supra (siempre me gustó ese término y nunca encontraba donde meterlo, además confiere seriedad al documento)
Por otra parte, quienes aún persistan en la defensa de las organizaciones, me dirán también que las de carácter filantrópico no son malas... ‘ta bien, puede ser, pero yo tenía confianza ciega en los reyes magos y en la fundación wash and wear de Cousteau...
Personalmente disfruto de la independencia y me jode soberanamente tener que ser parte de una maquinaria (u organización) donde dependo de otros y estos de mi,
y si bien toda esta argumentación no tiene como finalidad nada más loable que una queja sobre la pérdida de autonomía a la que conducen, tal vez sirva para despabilar a alguien más. Contrariamente a lo que diría Rosario Castillo “a pesar de todo, dejen de soñar”
Nota del autor: Discúlpenme que me haya puesto un tanto sentencioso en esta columna, pero de otra manera nadie creería que yo solito llegué a estas conclusiones.

Pimba! - junio 2006 Ed. Organización

Como es de suponerse, si en la edición pasada me manifesté en desacuerdo con los depósitos, en esta también lo haré con respecto a las organizaciones, ya que son un mecanismo más de coerción, de control o dicho de forma más sutil por la RAE, en un par de sus acepciones: Asociación de personas regulada por un conjunto de normas en función de determinados fines. / Disposición, arreglo, orden.
El segundo caso no vale la pena que lo considere pues está íntimamente ligado con las características ya mencionadas en referencia a los depósitos.
Ahora bien, en cuanto a las asociaciones de personas, solo basta con citar una de las formulas Peter (también aparece en las leyes de Murphy) para comprender la dudosa reputación de las mismas. “Todo integrante asciende en la organización hasta que alcanza el puesto de absoluto incompetente.” (el original refiere a un empleado en una empresa, pero es perfectamente aplicable a este caso)
Quien abogue por las organizaciones podría argumentar sobre la fuerza que se puede ejercer a través de ella para la consecución de algún fin, pero los objetivos tienen infinitos matices derivados de sus integrantes, que no son contemplados, pues en toda organización se logra la mayor eficiencia cuando quienes la hacen funcionar, no tienen finalidad o intenciones propias. Mas bien toman como propias las de la organización. Por ende, una vez que se forma parte de ello, no queda opción y tu autonomía queda sujeta al conjunto.
Francamente tampoco es cierto que yo sea como el buen salvaje de Rousseau, pero todo aquello que implique restricciones al libre albedrío me causa un poco de tirria y en las llamadas sociedades de control como la nuestra, tratadas propiamente desde Foucault hasta Deleuze, son un engaño operado a través de las organizaciones, para hacernos creer que disponemos de cierta libertad cuando en realidad lo que cambia el marco que nos regula.
Parafraseando a mi colega “librepensador” Julio Toyos, esta es una sociedad hipócrita ya que en las sociedades disciplinadas, la coacción venía de arriba, de una personalidad identificable; pero en las sociedades de control viene de todas partes!!!!! Entre otras cosas porque el que está arriba del todo es un simple monigote como está citado ut supra (siempre me gustó ese término y nunca encontraba donde meterlo, además confiere seriedad al documento)
Por otra parte, quienes aún persistan en la defensa de las organizaciones, me dirán también que las de carácter filantrópico no son malas... ‘ta bien, puede ser, pero yo tenía confianza ciega en los reyes magos y en la fundación wash and wear de Cousteau...
Personalmente disfruto de la independencia y me jode soberanamente tener que ser parte de una maquinaria (u organización) donde dependo de otros y estos de mi,
y si bien toda esta argumentación no tiene como finalidad nada más loable que una queja sobre la pérdida de autonomía a la que conducen, tal vez sirva para despabilar a alguien más. Contrariamente a lo que diría Rosario Castillo “a pesar de todo, dejen de soñar”
Nota del autor: Discúlpenme que me haya puesto un tanto sentencioso en esta columna, pero de otra manera nadie creería que yo solito llegué a estas conclusiones.

Pimba! - mayo 2006 Ed. Depósitos

Me declaro totalmente en contra de los depósitos. De cualquier tipo.
Y no es porque haya tenido una experiencia traumática al tener que romper la chachita para extraer mis primeros dinerillos, ni que ya de grande haya padecido un gran desasosiego al tratar de sacar mis ahorros de un banco a punto de quebrar. Tampoco se debe a un hecho vinculado a alguna leyenda macabra relacionada a los objetos que se pueden encontrarse allí. Nada de eso. Es una cuestión filosófica.
Para reflexionar sobre ello basta considerar los depósitos como los diversos lugares donde las cosas dejan de circular y quedan estáticas, detenidas... estancadas. (J. C. Scelza me prestó su diccionario de sinónimos, muy útil para estirar y aparentar más de lo que uno sabe)
Y me refiero a depósitos de cualquier índole: objetos, dinero, confianza, etc., ya que en cualquier caso simbolizan la inamovilidad de las cosas, pues algo que está depositado pierde su capacidad de transitar y gana ubicuidad.
Entrañan una privación de libertad debido que lo que allí se encuentra está encerrando e inhabilitando para todo uso y disfrute, incluso exhibición.
Para peor, son la herramienta que empleamos para promover nuestra obsesión por guardar todo tipo de cosas, aún a sabiendas que el elemento en cuestión sea absolutamente al pedo. Y lo más triste de todo es que cuando lo necesitamos (en el caso que nos acordemos donde lo dejamos) no lo usamos porque nos da pereza ir a revolver en el depósito. Igual estamos tranquilos porque sabemos que allí estará para la próxima.
Por otra parte, los depósitos son una demostración de confianza hacia alguien pero también de desconfianza hacia todo el resto. Suponen la protección de una propiedad, ya que al colocar dinero en una institución financiera, depositar el voto en la urna o dejar algún objeto en un galpón implica restringirlo a una custodia determinada, a resguardo de los demás.
O sea, nos brindan seguridad a costo de un encierro ya que todo lo que se mueve o cambia nos genera desconfianza. Incluso nosotros mismos muchas veces ni siquiera nos permitirnos cambiar de idea o de posición respecto a algo. Hemos asimilado esa cualidad estática que pretendemos para nuestras cosas. Si todo está donde debe estar, para qué vamos a movernos nosotros?
Otro ejemplo de ello es el tema de “los fieles”, planteado el mes pasado.
Constante y consistentemente coartamos nuestro impulso de arriesgar, de replantear cualquier cosa y dejar todo como y donde está, más allá que lo que tenemos no nos conforme o satisfaga.
Esto podría convertirse en algo patológico cuando de tan preocupados que estamos, persiguiendo la seguridad, dejamos pasar las oportunidades que se nos presentan.
Personalmente me cuesta entender porqué alguien tiene que estar exclusivamente en un lugar, con una persona o asociado a una creencia de forma permanente. Quieto y juntando polvo.
Cada cual tendrá sus motivos... o simples justificaciones para encubrir el temor a ensayar y errar.

FREEWAY - diciembre 2005

LA VERDAD DE LA MILANESA

Trabajar con Steven Spielberg era mi sueño desde que vi E.T., por eso cuando me pidieron que escribiera el guión de “La terminal” no lo pensé dos veces y me avoqué al trabajo inmediatamente. Tenía que ser lo mejor que hubiera escrito.
Así fue que comencé la historia de Hilario, un uruguayo del medio del campo que llega al aeropuerto JFK de Nueva York. El problema fue que el tipo no pudo concretar un laburo desde Uruguay pero se mandó igual sin tener la visa. Supuestamente se la estaba gestionando el cuñado de un amigo que vive en NY, pero resultó ser un chanta y nunca pudo dar con él.
Para colmo, en Uruguay se desata un golpe militar luego que el FA gana las elecciones y EE. UU. no reconoce al gobierno de ese país y ahora parece que tampoco apoyan a los militares latinoamericanos. Por supuesto tampoco reconocen a sus ciudadanos e Hilario no puede entrar al país ya que no califica ni como refugiado, asilado o cualquier otra figura legal aceptable debido a uno de los incontables vacíos legales que permite tantas incoherencias en este país. Por lo tanto debe quedar en el aeropuerto “en tránsito” indeterminadamente hasta que se resuelva la situación en su país.
Hilario, como buen ejemplar del interior, resulta ser un tipo sumamente tranquilo y al no entender un pomo de inglés, dice a todo que si y no se hace una de esperar.
Por su parte, el jefe de seguridad del aeropuerto hace años aspira a un ascenso y si bien siempre fue muy estricto con las reglas, ahora está como un sabueso pues, de superar una inminente inspección, podría lograrlo. El tipo tiene todos los piques: tiene particular cuidado con los que llegan de Madrid y Sudamérica; los pendejos que vienen de Jamaica indefectiblemente traen porro y los chinos en barra si no tienen cámaras son traídos de contrabando (si los trajeran apilados en un container sería menos obvio)
A todo esto, el paisano traía una latita que le resultó extremadamente sospechosa y quiso sacársela, pero luego de una concienzuda inspección se comprobó que era una yerbera con su lógico e inocente contenido, con lo cual el jefe de aduanas se re calentó. Tenía la excusa para solucionar el problema y meterlo en cana por “mula” pero al final quedó pegado con los colegas que conocían la tradicional infusión.
En venganza comenzó a tenderle trampas para que el tipo intente escapar (entrando ilegal al país) y pase a ser asunto de la policía. Él no quiere detenerlo sin razón, sobre todo antes de la inspección, pero Hilario es muy sosegado y no da motivo para nada. El tipo se instaló como si fuera su casa y se armó un catre. Se bañaba como podía y andaba por el aeropuerto de alpargatas y bombachas. Con los días se dio cuenta que podía changar y hacer un mango para la comida juntando carritos. Incluso pensó en construir un parrillerito, pero la carne estaba carísima en el free shop y la dejó por esa.
Finalmente contratan a alguien para que haga su laburo y se cague de hambre, pero él acostumbraba engañar el estómago con unos amargos.
Al poco tiempo conoce una azafata y se enamora. Pero viste como son las azafatas, acostumbradas a los tipos de clase ejecutiva que se las quieren arrimar, un ilegal que vive en el aeropuerto no es muy tentador. Entonces se puso a trabajar de carpintero en la reforma del aeropuerto, hasta que se da cuenta que los gringos son unos turros y decide abrir su propia mueblería en un localcito que había libre, al lado de un Burguer King.
Con eso le dio para hacer reformas en su casa (la puerta 67 del aeropuerto) y comprarse un traje en Hugo Boss, para salir con la azafata.
Finalmente la lleva su hogar y la conquista con unas milonguitas para luego invitarla a estrenar el catre de dos plazas que hizo para ella.
El problema fue que, como siempre, lo estaban vigilando y obtuvieron la excusa perfecta para expulsarlo: Atentado violento al pudor. Pero como esa parte del aeropuerto aún no estaba habilitada, él apeló y como a lo largo de los meses ya se había ganado la simpatía de todos los extranjeros que de una manera u otra terminan laburando ahí por dos mangos, armó una revuelta y derrocó al jefe de seguridad.
Pero al leer esta última frase, Steven me dijo amablemente que este argumento podría generar mayor inseguridad en los aeropuertos de la que ya hay y que prefería mostrar la historia de un pobre infeliz de Krakozhia (una supuesta ex república soviética o algo similar) que se enamora de la azafata mientras intenta cumplir una promesa a su padre. A continuación me rompió la nariz al cerrar la puerta de su despacho.

FREEWAY - noviembre 2005

LA VERDAD DE LA MILANESA

Trabajar con Steven Spielberg era mi sueño desde que vi E.T., por eso cuando me pidieron que escribiera el guión de “La terminal” no lo pensé dos veces y me avoqué al trabajo inmediatamente. Tenía que ser lo mejor que hubiera escrito.
Así fue que comencé la historia de Hilario, un uruguayo del medio del campo que llega al aeropuerto JFK de Nueva York. El problema fue que el tipo no pudo concretar un laburo desde Uruguay pero se mandó igual sin tener la visa. Supuestamente se la estaba gestionando el cuñado de un amigo que vive en NY, pero resultó ser un chanta y nunca pudo dar con él.
Para colmo, en Uruguay se desata un golpe militar luego que el FA gana las elecciones y EE. UU. no reconoce al gobierno de ese país y ahora parece que tampoco apoyan a los militares latinoamericanos. Por supuesto tampoco reconocen a sus ciudadanos e Hilario no puede entrar al país ya que no califica ni como refugiado, asilado o cualquier otra figura legal aceptable debido a uno de los incontables vacíos legales que permite tantas incoherencias en este país. Por lo tanto debe quedar en el aeropuerto “en tránsito” indeterminadamente hasta que se resuelva la situación en su país.
Hilario, como buen ejemplar del interior, resulta ser un tipo sumamente tranquilo y al no entender un pomo de inglés, dice a todo que si y no se hace una de esperar.
Por su parte, el jefe de seguridad del aeropuerto hace años aspira a un ascenso y si bien siempre fue muy estricto con las reglas, ahora está como un sabueso pues, de superar una inminente inspección, podría lograrlo. El tipo tiene todos los piques: tiene particular cuidado con los que llegan de Madrid y Sudamérica; los pendejos que vienen de Jamaica indefectiblemente traen porro y los chinos en barra si no tienen cámaras son traídos de contrabando (si los trajeran apilados en un container sería menos obvio)
A todo esto, el paisano traía una latita que le resultó extremadamente sospechosa y quiso sacársela, pero luego de una concienzuda inspección se comprobó que era una yerbera con su lógico e inocente contenido, con lo cual el jefe de aduanas se re calentó. Tenía la excusa para solucionar el problema y meterlo en cana por “mula” pero al final quedó pegado con los colegas que conocían la tradicional infusión.
En venganza comenzó a tenderle trampas para que el tipo intente escapar (entrando ilegal al país) y pase a ser asunto de la policía. Él no quiere detenerlo sin razón, sobre todo antes de la inspección, pero Hilario es muy sosegado y no da motivo para nada. El tipo se instaló como si fuera su casa y se armó un catre. Se bañaba como podía y andaba por el aeropuerto de alpargatas y bombachas. Con los días se dio cuenta que podía changar y hacer un mango para la comida juntando carritos. Incluso pensó en construir un parrillerito, pero la carne estaba carísima en el free shop y la dejó por esa.
Finalmente contratan a alguien para que haga su laburo y se cague de hambre, pero él acostumbraba engañar el estómago con unos amargos.
Al poco tiempo conoce una azafata y se enamora. Pero viste como son las azafatas, acostumbradas a los tipos de clase ejecutiva que se las quieren arrimar, un ilegal que vive en el aeropuerto no es muy tentador. Entonces se puso a trabajar de carpintero en la reforma del aeropuerto, hasta que se da cuenta que los gringos son unos turros y decide abrir su propia mueblería en un localcito que había libre, al lado de un Burguer King.
Con eso le dio para hacer reformas en su casa (la puerta 67 del aeropuerto) y comprarse un traje en Hugo Boss, para salir con la azafata.
Finalmente la lleva su hogar y la conquista con unas milonguitas para luego invitarla a estrenar el catre de dos plazas que hizo para ella.
El problema fue que, como siempre, lo estaban vigilando y obtuvieron la excusa perfecta para expulsarlo: Atentado violento al pudor. Pero como esa parte del aeropuerto aún no estaba habilitada, él apeló y como a lo largo de los meses ya se había ganado la simpatía de todos los extranjeros que de una manera u otra terminan laburando ahí por dos mangos, armó una revuelta y derrocó al jefe de seguridad.
Pero al leer esta última frase, Steven me dijo amablemente que este argumento podría generar mayor inseguridad en los aeropuertos de la que ya hay y que prefería mostrar la historia de un pobre infeliz de Krakozhia (una supuesta ex república soviética o algo similar) que se enamora de la azafata mientras intenta cumplir una promesa a su padre. A continuación me rompió la nariz al cerrar la puerta de su despacho.

FREEWAY - octubre

LA VERDAD DE LA MILANESA

Uno de los trabajos que más disfruté en mi carrera fue escribir sobre la vida de John Nash, un prominente matemático, que fuera reconocido con el premio Nobel. Sucedió que a medida que estudiaba el personaje me identificaba cada vez más con él y así el guión fue adoptando cosas mías, que a la postre, serían la causa del rechazo.
La historia comienza en la universidad de Princeton en 1947, al comienzo de la guerra fría, donde a los matemáticos que ingresan, se les plantea la importancia de su ingenio en el futuro económico y militar del país, frente al enemigo soviético. Obviamente esto puede amedrentar a mucha gente, incluso al ya considerado prodigio, John Nash.
Él ya era medio retraidito y estaba obsesionado con ser el mejor y descubrir algo realmente único. Por eso aún no tenía nada publicado, a diferencia de sus compañeros.
Aparte tenía sus propios métodos. No iba a clases por considerar que coartaba su potencial creativo, se la pasa escribiendo en la ventana de su dormitorio o bien haciendo cabriolas y golpeándose la cabeza por el jardín de la universidad. Todo esto me era sumamente familiar al igual que el contundente fracaso con sus compañeritas, debido a un estilo de cortejo demasiado directo. Por ello en el guión puse frases que alguna vez empleé: “En estos momentos estoy padeciendo una erección y tal vez tu puedas hacerla remitir”; o bien “Como católico entiendo que quieras llegar virgen al matrimonio y me conformaré con un poco de placer oral”.
Tampoco tenía amigos, así que se inventó un compañero de cuarto. Según él un juerguista y el único que podía sacarlo momentáneamente de su obsesión y llevarlo a la cantina aunque siempre lo dejara jugando al pool solo, pero él era suficientemente raro como para que nadie sospechara de su fantasía.
Una vez en la cantina, el resto de los matemáticos se le acercan al aparecer un grupo de chicas y uno plantea encararlas aplicando la teoría económica de Adam Smith, que reza algo así: “En la competencia, la ambición individual sirve al bien común”. O sea que cada uno se mande por la suya.
Esto es erróneo y John lo demostró planteando que si todos le tiran el lance a la misma, se anulan y cuando van por las otras, estas los bochan porque no quieren ser la segunda opción. Por lo tanto, lo lógico es determinar un sistema rotativo de “sacrificios” donde uno se encargue de encarar a la más fulera, ya que sistemáticamente es la que da bola y una vez abierta la brecha, el resto entran fácilmente. Si ésta encara, las otras no se van a cortar pues saben lo difícil que es para ella tener un ligue. Las mujeres también tienen su cuota solidaria.
N de R: Esto también servirá de germen para el sistema del conductor designado cuando el grupo quiera beber.
Como yo, con las minas la tenía muy clara, en teoría. En fin, al publicar esto le asignan un puesto en una importante universidad en el área de investigación y docencia. Con el tiempo se enamora de una alumna y empieza a salir, pero de aquello nada y empieza a desvariar nuevamente por la abstinencia. Lo tuvo a pico seco hasta que se casaron... pero ya era tarde, el tipo había enloquecido definitivamente por la falta de actividad y por embole que tenía de dar clases. Tampoco descartemos como causa de sus alucinaciones el magro salario de docente y su necesidad de otro laburo.
Así es que imagina ser convocado por un agente para encomendarle la tarea de descifrar los códigos de agentes rusos que salen publicados en revistas varias. Su misión es dedicar interminables jornadas a hacer crucigramas, sopas de letras y a recortar figurines de Burda y otras revistas de modas, para luego depositarlos en un buzón misterioso.
La mujer empieza a sospechar y llama a un psiquiatra para que lo interne y ahí salta todo el tema de las alucinaciones que se había agravado pues también veía a los Teletubies y se devanaba en entender sus confusos mensajes.
Lo tratan con electro shock y una medicación muy fuerte que le quita el deseo sexual de otras épocas y de común acuerdo con su mujer deciden suspender el tratamiento a condición de no darle bola a sus alucinaciones. Obviamente al principio le resultaba un poco incómodo, sobre todo cuando los Teletubies entraban al cuarto gritando “Ota vé, Ota ve”, pero juntos lo superan.
El resto de la película es irrelevante. Comienza a ir nuevamente a Princeton y si bien al principio hace algunos papelones, se va acostumbrando a tratar con gente y finalmente, a dar clases. Años más tarde lo nominan al Nobel y como se estila, otros docentes le regalaron sus lapiceras, que terminará vendiendo en los ómnibus una vez jubilado. Igual destino que yo, luego que rechazaran mi guión una vez más.

FREEWAY - setiembre 2005

LA VERDAD DE LA MILANESA

Largo tiempo esperé la oportunidad de versionar un cómic, hasta que me ofrecieron escribir el guión de Daredevil.
La historia trata de Matt Murdock, un abogado ciego e idealista que se dedica a defender a los más débiles del abuso de grandes empresarios, mafiosos y otro tipo de malhechores. Si bien su socio quisiera aceptar clientes más poderosos, básicamente porque pagan mejor que los actuales que siempre los dejan adentro, él prefiere continuar ejerciendo su profesión de forma caritativa. Esto se debe a que luego de una trágica experiencia cuando era niño, juró junto a su padre, no temerle a nada ni darse por vencido jamás.
El hecho fue que su padre, un boxeador fracasado llamado Jack “el Diablo” Murdock, empieza a trabajar para un mafioso disuadiendo a sus deudores. Pero él lo negaba como cualquiera que pretenda educar a su hijo en el bien. Lo cierto es que un buen día Matt va a buscarlo al puerto y lo descubre detrás de un container, arrodillado frente a un tipo con los pantalones bajos. Él no entendió si empleaba un particular método de disuasión o si en definitiva los rumores eran falsos, pero solo atinó a salir corriendo y Jack detrás, dejando su trabajo inconcluso. Qué vergüenza!
Por desgracia, ésta imagen del Diablo Murdock (vestía su bata de boxeador) será la última que vea su hijo. En su desenfrenada carrera se accidenta con ácido y queda ciego y lógicamente Jack se sintió responsable. Se retiró del negocio, prometiendo a su hijo ser un buen ejemplo y vuelve a pelear, ganando varios combates, hasta que un día se le presenta su ex jefe y le ordena perder. Pero no obedece por la promesa hecha a su hijo y noquea a su rival. A la salida, unos hombres lo interceptan y golpean hasta matarlo. Cuando Matt llega hasta él, ya era demasiado tarde y junto a su cadáver jura vengarse y hacer justicia de un modo u otro.
Así fue que siguió la carrera de abogado para encerrar a todos los delincuentes de la ciudad, pero si bien logró graduarse, es un incompetente y la mayoría de los criminales que acusa, son liberados por la falta de pruebas.
En contrapartida, a raíz de su ceguera, Matt desarrolla sus otros sentidos de manera extraordinaria y comienza a “ver” a través de un agudo sistema auditivo que oficia como radar, ubicando objetos a través de la vibración del sonido. Su olfato le permite detectar cualquier persona por su perfume y su gusto sobrehumano hace posible que distinga todas las variantes de bebidas cola que surgieron a partir de los 80.
Por eso, luego de sus incontables casos perdidos, sale en la noche en busca de los criminales convertido en Daredevil, con su preciada arma: el bastón de cieguito (hubiese preferido un perro lazarillo que se transformara al estilo Battle-Cat de He-Man) y luego de eliminarlos se confiesa con el cura del barrio, pues su religión católica le impide matar, aunque sea por una buena causa.
Si bien es un solitario, cae rendido ante los encantos de Electra, la hija de un multimillonario que resultó ser socio de Kingpin, el más importante villano de la ciudad, pero sin nada que probarle debido ya que sus abogados son mucho mejores que Matt.
Su atracción fue inmediata y para colmo a ella también le gusta luchar y sus salidas románticas siempre terminaban en una discusión y consecuente pelea para deleite de todos los presentes. Imaginen lo bizarro que resulta ver a una mujer peleando con un cieguito, ya sea en la calle o en un restaurante. Cada cual tiene su fetiche no?
Todo marcha bien e incluso Matt dejó de disfrazarse en las noches (demostrando también un cambio en sus hábitos sexuales), hasta que finalmente el padre de Electra decide separarse de Kingpin y éste encomienda a Bullseye, un letal asesino, para que lo mate y también a su hija. Y lo logra a pesar que Daredevil trata de protegerlos.
Finalmente, éste persigue a Daredevil hasta la iglesia donde se esconde y en una acrobática pelea, Daredevil lo vence y averigua que el Kingpin también mató a su padre. Para que...!? Se agarró terrible calentura. Lo fue a buscar y le dio pa’ tabaco, pero no lo mató... esta vez tenía pruebas. Dejó que la policía lo arrestara y por fin se hiciera justicia en los tribunales.
La cuestión que cuando terminé el guión lo entregué en el estudio y me fui a casa a esperar mi cheque. En su lugar recibí una despectiva carta donde decían que mi guión era un disparate, pero la verdad que esta vez no me importó. En el fondo yo sé que el mayor disparate es que se la pase confesando y se lo llame “el hombre sin miedo” ya que a todos los católicos nos persigue el mayor de los temores: que nos sorprenda la muerte sin confesarnos y nos vayamos al infierno.

FREEWAY - agosto 2005

LA VERDAD DE LA MILANESA

Una tarde, mientras escribía el guión para un documental sobre el apareamiento del bacalao noruego, llega mi agente con una oferta que me sacaría de la precaria situación económica en la que me encontraba. Tenía que escribir una adaptación cinematográfica de la guerra de Troya y si bien no tenía muy clara la historia original, tenía bien claro que si no agarraba un buen laburo inmediatamente me iban a comer los piojos.
Lo primero que hice fue comprarme una edición de bolsillo de la Ilíada para darle una leída rápida y tener más o menos los nombres de los principales personajes y una idea básica del argumento. Por desgracia al libro que compré le faltaban unas cuantas páginas así que tuve que imaginarme el resto.
Luego de un par de meses presenté el guión que comienza cuando el rey Agamenón está por atacar Tesalia, la última región por conquistar en su plan para unificar toda Grecia. Cuando ambos reyes se enfrentan en el campo de batalla, Agamenón le sugiere al otro que se enfrenten los mejores guerreros de cada bando para decidir el asunto y evitar una matanza innecesaria. El rey de Tesalia acepta y llama a un energúmeno de arriba de dos lucas. Por su parte, Agamenón llama a Aquiles, el mejor guerrero griego de su época, que con un salto acrobático, al mejor estilo de los hermanos Korioto de súper campeones, mata al otro a la primera embestida.
Paralelamente, Menelao, hermano del “Rey de Reyes” trata de hacer las paces con el rey Príamo de Troya y recibe en su palacio una delegación liderada por sus hijos, Héctor otro valiente guerrero de la época y Paris.
El problema es que este último “sopla la dama” a Menelao y se la lleva para Troya, con lo cual se pueden imaginar como se puso ese tipo e inmediatamente recurre a su hermano para atacarlos.
Cuando la impresionante flota desembarca en las puertas de la ciudad, Paris quiere redimirse con una pelea mano a mano con Menéalo y así impedir la guerra.
Después de una par de embates, Paris se da cuenta que le va mejor el crochet que el combate y hace la escena más penosa de la historia, arrastrándose a los pies de su hermano, quién tiene que matar a Menéalo y por lo tanto desencadena el jaleo. Finalmente los troyanos ganan la primera batalla y los griegos se reagrupan.
Obviamente allí también estaba Aquiles, pero a raíz de una discusión con Agamenón, había decidido no participar a menos que éste se lo pida de rodillas. Aparte se había enamorado de Briseida, prima de Héctor y Paris y sirviente del dios Apolo.
Si bien ella estuvo a punto de matarlo con una espada en la garganta mientras dormía, parecería que la espada de Aquiles era más grande que la de Apolo y ella prefirió renunciar a su intento ante la posibilidad de brindar servicios más terrenales.
Pero cuando en una batalla Héctor mata por error al primo y protegido de Aquiles, pensando que era él (típico gafe de las tragedias), éste decide combatir para vengarse.
A la mañana siguiente Aquiles se presenta sólo en las puertas de Troya clamando por Héctor y éste le enfrenta en una larga pelea donde Aquiles intenta un par de veces sin éxito hacer el salto de los Korioto. Hubiese sido tan boludo como perder al ajedrez con un jaque pastor, pero finalmente logra matarlo a pesar de la heroica resistencia.
Ante esto el rey de Troya, cansado y dolido, sugiere a Agamenón que lo arreglen con un partido de fútbol y éste acepta. Él tenía a Aquiles, que aparte del mejor guerrero era el habilidoso volante de creación y Príamo se acababa de quedar sin su número 10.
Unos días después se arman los equipos y comienza el partido. Luego de un primer tiempo con claro dominio griego y una deslucida performance de los troyanos que pusieron la bañadera en el fondo; cuando iban 15 del segundo tiempo, Aquiles se escapa solo y en una actitud totalmente antideportiva (como todo lo que ha hecho hasta el momento) Paris lo tala de atrás y le destroza el talón, dando comienzo a la leyenda. Con lo cual se gana una roja directa y tres fechas de suspensión, aparte que los troyanos se re calentaron y le prendieron fuego toda la ciudad.
La cuestión que al productor ejecutivo no le gustó el desenlace por considerar que era ridículo y no era fiel a la historia, básicamente porque le faltaba el “caballo de Troya”. Le dije que el trofeo tenía forma de caballo pero no pareció agradarle y de muy mala manera me echó de su oficina sin darme tiempo a réplica.
Enojado y desconcertado por el rechazo me fui a casa a leer el libro atentamente y allí pude darme cuenta del problema. Luego de la muerte de Héctor, el hijo de puta de la librería completó las hojas faltantes de la Ilíada, con partes del Popol Vuh.

FREEWAY - julio 2005

LA VERDAD DE LA MILANESA

El género de terror siempre despertó en mi una fuerte atracción y la verdad que durante muchos años estuve madurando una idea con el clásico grupo de adolescentes que se meten con la persona equivocada. Así fue que finalmente surgió el guión de “Se lo que hicieron el verano pasado” y cuyo título debo a una discusión con una ex novia donde formuló tal acusación... y acto seguido me dejó.
La historia comienza en un pueblito de pescadores de los EE.UU. el día 4 de julio, cuando además de la Independencia, se festeja el 47vo Festival Anual del Pez Roncador.
En ella están nuestros cuatro protagonistas, en una suerte de despedida ya que pocos días después termina el verano y cada uno tomará su camino para comenzar sus diferentes actividades. Estos son personajes arquetípicos que ya vienen determinados por la industria y que no me propuse cambiar: La rubia preciosa, de quien no se puede decir que sea una luminaria, pero gana el concurso de belleza del pueblo y aspira a triunfar en Broadway como actriz. Además es una tanto libertina. Su novio, el chico rico, popular y deportivo que quiere ser mariscal de campo en un equipo de football americano. Como siempre, un tipo muy hormonal y violento.
Por otra parte tenemos a la chica inteligente y sensata, con una vida espiritual profunda y por supuesto virgen. Aunque como buena protagonista, está fuerte como un pino, pero al usar ropas más recatadas pasa desapercibida.
Finalmente está su novio, el chico pobre que no tuvo una vida fácil pero está haciendo todo lo posible para progresar con la ayuda y comprensión de la chica... y quizás por eso él se banca la abstinencia.
La cuestión que esa noche de festejos, se van a una playa apartada y se ponen a contar historias de terror hasta que la parejita más “frívola” se pone cachonda. Por su parte los otros continúan charlando y él le tira un par de frases cursilonas sobre lo fuerte que es el primer gran amor. Frases que pueden encontrarse en el manual “Cómo encamarse con una adolescente atormentada por la moral y las buenas costumbres” y finalmente la chica accede a tener sexo con él.
Cuando “acaban” con esta actividad se suben al auto bastante borrachines, con la música al mango. En determinado momento el conductor se distrae y atropella a un tipo que pasaba por ahí. Inmediatamente se bajan a asistirlo pero el tipo está muerto y para no arriesgar su futuro, deciden subirlo al auto y tirarlo de un muelle. En ese momento prometen no decir nada a nadie. Jamás.
Pasa un año y al siguiente verano se reúnen en el pueblo pero ya ninguno es el mismo. Las parejas se separaron, ella no está rindiendo en el estudio, su amiga fue a NY y hasta se prostituyó pero no llegó a nada como actriz, el chico pobre no consiguió la beca y ahora es pescador... bah, en realidad el otro sigue igual: hormonal y violento. Inmediatamente comienzan a recibir cartitas de alguien que dice saber lo que hicieron el verano pasado y en los días siguientes el asesino intentará matarlos y ellos descubrir quién es.
Hasta acá, salvo algunos detalles, veníamos bien pero al momento de definir la identidad del villano empezaron los problemas con los productores.
Por ser un pueblo de pescadores, ellos insistieron que el psicópata también debía serlo pero a mi me parecía demasiado obvio, máxime teniendo en cuenta inhóspito de su trabajo, que los hace propensos a ciertos desequilibrios. Entonces pensé que sería mejor potenciar la clásica represión sexual a los adolescentes que signó las películas de terror de los 80. Con mitos o leyendas urbanas sobre tipos que matan a jóvenes para persuadir a las parejas adolescentes sobre los perjuicios secundarios de las relaciones pre maritales. Para ello, el criminal ideal debería ser el cura del pueblo que casualmente vio interrumpido su paseo nocturno con su monaguillo preferido y los vio fornicando en la playa .
Por su parte, el tipo que atropellaron que se joda, en realidad estaba en pedo pues exactamente un año atrás había muerto su hija en un accidente. Una familia con mala suerte, que se le va a hacer.
Pero como se podrán imaginar, la hipocresía de la cultura hollywoodense pudo más que una historia interesante y fui censurado. Por supuesto, también me excomulgaron de la Asociación de Guionistas Católicos.
La verdad que quedé muy disgustado por el rechazo y porque no me hubiesen llamado para trabajar en “Todavía sé lo que hicieron el verano pasado” pero ahora se dieron cuenta del error y me llamaron para escribir en la tercera de la saga que se llamará “Después de tanto tiempo no estoy seguro, pero yo te saco de algún lado”

FREEWAY - junio 2005

LA VERDAD DE LA MILANESA

En los últimos años estamos viviendo una paranoia apocalíptica generalizada, donde las películas en que el mundo es destruido por un fenómeno natural, son el pan de todos los días.
Estas películas pretenden plantear, aunque muy tímidamente, la disconformidad existente con los gobiernos debido a la destrucción ecológica que se le infringe a nuestro planeta. Entonces así fue que me propuse escribir un guión comprometido y que se despegara del resto, pero como de costumbre los estudios lograron reducirlo a los clásicos clichés, transformándolo en “El día después de mañana”.
Vale la pena aclarar que originalmente ostentaba el sencillo pero contundente nombre de “Pasado mañana”
La película comienza con un grupo de científicos en el Polo Norte cuando se produce una gigantesca fisura en el hielo que por poco los mata.
A continuación vemos a uno de ellos en una conferencia, exponiendo el problema de seguir contaminando la atmósfera (sin respetar el tratado de Kyoto) y el desastre ecológico que ello puede originar. En este caso el enfriamiento global, que sería como volver a la Era del Hielo. Todo ello argumentado con una teoría que desarrollé con un lenguaje técnico que nadie entiende pero seguramente darían por válido. Pero no era suficiente, los gerentes del estudio querían conferirle al científico la verdad absoluta y terminaron creando una profesión para él: Paleontólogo – Climatólogo. Dejate de joder!!!.
Esta denuncia preocupa a los líderes mundiales y el tipo se enfrenta al Vicepresidente de EE. UU.. Yo me pregunto porqué siempre caemos en el lugar común del científico rebelde con problemas con la autoridad, cuando el lugar común para estas denuncias sea el cajón de un escritorio, luego del soborno correspondiente. La verdad que hubiese sido mucho más realista.
A continuación comenzamos a ver imágenes de extraños fenómenos como boyas que marcan temperaturas bajísimas en el océano o las nevadas en Nueva Delhi y Tokio. No está mal, pero hubiese preferido que dejaran la escena de Godzila saliendo del agua con espasmos de hipotermia que destruyen la cuidad.
Mientras tanto, el hijo del científico, que también es un capo (hasta nerd podríamos decir y en mi versión, el verdadero héroe) viaja a New York para una competencia escolar con su noviecita. Como no podía ser de otra manera, esta será una de las ciudades más perjudicadas por el cambio climático.
Al otro día comienza a manifestarse en pleno la tragedia en todas las ciudades importantes de EE.UU., transformándolas en un caos, como buena parte del hemisferio norte. Ante esta situación proponen evacuar esa parte del país hacia el sur, incluso buscando refugio en México, pero los chicanos cierran la frontera de Tijuana y tratan a los gringos como ilegales.
Las escenas de la evacuación irían acompañadas por la canción de No te va a Gustar que dice “El norte no va a ser más norte, Va a ser todo sur...” pero lo tildaron de subversivo y me echaron. Luego comenzaron a investigarme por presuntas vinculaciones con Al Qaeda y otros grupos terroristas. Por desgracia descubrieron que había jugado al fútbol en el central Palestino del Chuy y tuve que huir del país.
Pero volvamos al guión. Estando en New York en plena hecatombe, el muchacho, que como todo buen nerd de película es virgen, comienza a desesperar ante la perspectiva de culminar sus días sin sexo. Por lo tanto comienza a predicar la consigna de “A coger que se acaba el mundo” ante un grupo de gente que se refugia con él en una biblioteca pública. Entre ellos su chica.
Esto sustentado con el argumento que para mantener la temperatura corporal, el sexo con su cercanía y consiguiente rozamiento, era una alternativa válida.
Les dije que era un genio!!
Obviamente se viven momentos de caos y desesperación, cada uno en busca de su pareja y en el entrevero, sumado a la presencia de animales sueltos que habían sido liberados del zoológico para que pudieran sobrevivir, no logra encontrar a su chica que se refugia en los brazos de otro hombre.
Por su parte tuvo que renunciar al sexo con amor, pero tendrá la satisfacción de comprobar la validez de su teoría ya que cuando llega el rescate, todo aquel que le hizo caso aún estaba con vida. Incluso él y la llama andina que se encontraba a su lado.
Por desgracia la propuesta de introducir a este tipo de personaje, denominado en la jerga como el “Alzado Apocalíptico”, fue rechazada de plano. Me plantearon que era una aberración y que los estudios tenían una moral intachable que no podía permitir este tipo de cosas.
A todo esto cabe consignar que yo fui criado en una estricta fe católica pero... en una situación así te quiero ver!