Recopilación de las columnas publicadas en los últimos años en diferentes medios

Friday, April 06, 2007

Pimba! - abril 2007 Ed. Piel

“Los ogros son como las cebollas. Tienen capas” (Shrek)

Es muy difícil llegar a conocer a la gente. En serio.
Muchas veces podemos sorprendernos con las personas que creíamos más transparentes o por lo menos en relación a nosotros, y repentinamente los vemos hacer o decir algo que nos deja en falsa escuadra al no encontrarle justificación aparente.
Para intentarlo por lo menos, hay que tener en cuenta el vector determinado por los roles que cada uno debe desempeñar en diferentes ámbitos, por eso esas capas o pieles no necesariamente son consecutivas, ya que pueden ponerse o sacarse en función del contexto. Y a no hacerse los boludos que a todos nos pasa. Es como la vestimenta que nos ponemos intentando que se adecue a las circunstancias, más no sea en situaciones puntuales como un casamiento, ir a la playa, pintar o en función de quien tengamos en frente como una potencial pareja, un jefe o una piara de chanchos. Aunque generalmente procuremos no renunciar a nuestro estilo, que también se corresponde con la forma de ser. Pero volviendo al tema- aunque el de la ropa como piel, como decía el jingle de Bolt hace como 15 años “que tu ropa sea como una segunda piel” es interesantísimo-, cuando vemos a una persona actuar en una situación comenzamos a conocerlo en función a sus reacciones frente a tales cosas, pero la idea que nos generamos puede cambiar al verlo en otros ámbitos. Un caso claro es lo que una persona pueda llegar a ser en su vida profesional o social a lo que es en su vida afectiva y más concretamente, de pareja. Cuantas veces conocemos a un tipo en el laburo o en el club que es avasallante y orgulloso pero con su pareja es un flan. También se dan los casos inversos.
Tal vez sea una compensación, que algunos llaman sublimación o canalización. En todo caso, siempre intentamos determinar cuanto de ello son “poses” premeditadas y cuales son actitudes espontáneas.
Pero, obviamente, la dificultad planteada al inicio del texto radica en el primer caso. De todas formas, la intención lejos está de procurar un juicio de valor sobre el sujeto en cuestión, ya que todas las conductas son producto de complejas interacciones entre personas o situaciones que cada individuo procesa, interpreta y reacciona de manera totalmente diferente. Todas estas experiencias son acumulativas y generan un caldo de cultivo, condicionando las respuestas posteriores, por lo menos en relación a un tema puntual. Y en cualquier caso es imposible que logremos identificar las propias en su totalidad, mucho menos las ajenas.
Por la simple razón que para procesar la enorme cantidad de situaciones e interacciones en las que nos vemos expuestos a diario, tenemos que simplificar. Como resultado, y en función de esto, es que nos ponemos la piel o la capa que más se adapte al momento y al resultado que buscamos, pero muchas veces no es la que nuestro interlocutor pretende ver.