Pimba! - julio 2006 Ed. Hogar
Mi hogar soy yo
Como es de suponerse, si en la edición pasada me manifesté en desacuerdo con los depósitos, en esta también lo haré con respecto a las organizaciones, ya que son un mecanismo más de coerción, de control o dicho de forma más sutil por la RAE, en un par de sus acepciones: Asociación de personas regulada por un conjunto de normas en función de determinados fines. / Disposición, arreglo, orden.
El segundo caso no vale la pena que lo considere pues está íntimamente ligado con las características ya mencionadas en referencia a los depósitos.
Ahora bien, en cuanto a las asociaciones de personas, solo basta con citar una de las formulas Peter (también aparece en las leyes de Murphy) para comprender la dudosa reputación de las mismas. “Todo integrante asciende en la organización hasta que alcanza el puesto de absoluto incompetente.” (el original refiere a un empleado en una empresa, pero es perfectamente aplicable a este caso)
Quien abogue por las organizaciones podría argumentar sobre la fuerza que se puede ejercer a través de ella para la consecución de algún fin, pero los objetivos tienen infinitos matices derivados de sus integrantes, que no son contemplados, pues en toda organización se logra la mayor eficiencia cuando quienes la hacen funcionar, no tienen finalidad o intenciones propias. Mas bien toman como propias las de la organización. Por ende, una vez que se forma parte de ello, no queda opción y tu autonomía queda sujeta al conjunto.
Francamente tampoco es cierto que yo sea como el buen salvaje de Rousseau, pero todo aquello que implique restricciones al libre albedrío me causa un poco de tirria y en las llamadas sociedades de control como la nuestra, tratadas propiamente desde Foucault hasta Deleuze, son un engaño operado a través de las organizaciones, para hacernos creer que disponemos de cierta libertad cuando en realidad lo que cambia el marco que nos regula.
Parafraseando a mi colega “librepensador” Julio Toyos, esta es una sociedad hipócrita ya que en las sociedades disciplinadas, la coacción venía de arriba, de una personalidad identificable; pero en las sociedades de control viene de todas partes!!!!! Entre otras cosas porque el que está arriba del todo es un simple monigote como está citado up supra (siempre me gustó ese término y nunca encontraba donde meterlo, además confiere seriedad al documento)
Por otra parte, quienes aún persistan en la defensa de las organizaciones, me dirán también que las de carácter filantrópico no son malas... ‘ta bien, puede ser, pero yo tenía confianza ciega en los reyes magos y en la fundación wash and wear de Cousteau...
Personalmente disfruto de la independencia y me jode soberanamente tener que ser parte de una maquinaria (u organización) donde dependo de otros y estos de mi,
y si bien toda esta argumentación no tiene como finalidad nada más loable que una queja sobre la pérdida de autonomía a la que conducen, tal vez sirva para despabilar a alguien más. Contrariamente a lo que diría Rosario Castillo “a pesar de todo, dejen de soñar”
Nota del autor: Discúlpenme que me haya puesto un tanto sentencioso en esta columna, pero de otra manera nadie creería que yo solito llegué a estas conclusiones.
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