La República 23 de julio de 2011
FIEBRE
CELESTE
En estos días los muros y redes sociales
están plagados de ingeniosos chistes nacionalistas y las arengas más
disparatadas. Las cábalas más inverosímiles salen a relucir y se respetan a
rajatabla los lugares, vestimentas y accesorios utilizados en cada partido de
la selección como si fuera un ecosistema en vías de extinción. Las tiendas, los
bondis y los taxímetros lucen todo tipo de distintivos celestes aprovechando el
fervor popular. Pero las que se llevan el premio son las fruterías que arman -con
distintas frutas y envoltorios- la bandera uruguaya y la de sus eventuales rivales.
De todas formas las más beneficiadas son tiendas de televisores, las santerías
y, obviamente, las casas de deportes debido a la explosión del merchandising de
la selección. Empezando por la camiseta celeste, siguiendo con la de
alternativa blanca y llegando hasta las medias. Por suerte esta camiseta es
linda, porque si esta euforia ocurría cuando usábamos aquella horrible camiseta
con la manga cuadriculada tendríamos a medio país vestido con ese atentado a
los ojos. También estalló la venta de
banderas y banderines; los posters con todas las posibles formaciones del
plantel y volvieron a salir a la calle las figuritas sueltas del mundial
pasado. Pero además se disparó la demanda de la biografía de Forlán, el libro
de Lugano y el de Cavani. Y ni hablar que en los próximos días salen los DVD
con los goles de la Copa América y el compilado de Gorzy y su impertinente
Camarita Celeste.Mañana la selección juega una nueva final
de la Copa América y todos los uruguayos estamos pendientes con el destino este
equipo y el tan mentado “proceso” del maestro Tabárez. Todos queremos ir a ver
la final pero la AFA nos dio solo 5800 entradas que ya estaban comprometidas
con los clubes y agencias de viajes. Así es que hoy más que nunca se ven los
amigos -o los amiguismos-: “Conozco alguien en Wanderers y capaz que me
habilita una entrada”, “Mi primo vive en Buenos Aires y me la compra allá”, “Tengo
un amigo argentino que se clavó con tres entradas para la final” o “Mi tío es
el dueño de una agencia que organiza los paquetes y me reserva un par”. Pero Mujica
prefiere obviar este asunto -que podría originar un conflicto diplomático más
grave que la planta de Botnia o el dragado del Río Uruguay- pensando en no
pizarrear a los argentinos pues tiene que negociar cosas más importantes. La verdad
que no se me ocurre qué puede ser, si entre tanto clamor celeste todo el mundo
está de mejor humor y los temas complicados tienden a pasarse por alto. Nadie le
dio mucha pelota a que Saravia dejó el FA llevándose la banca al partido
nacional, a nadie le importa el incendio en los archivos de la armada y casi ni
se habla de la inseguridad.
Lamentablemente, cuando se termine la Copa
y su resaca vamos a tener que volver a nuestro clásico Uruguay, más gris que
celeste… pero quién nos quita lo bailado.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home