Pimba! - octubre 2006 Ed. Tiempo
“La felicidad te necesita estúpido”
No tienen a veces la sensación que el tiempo no les alcanza para nada?
Si usted conoce mi ascendente publicitario podría suponer que ahora viene un “reclamene” de un detergente imbatible –en precio y calidad- o un electrodoméstico que le solucione la vida. Pero esta vez no es el caso.
Aclarado ese tema, me remito a continuar.
Les pregunto por todas las cosas que uno quisiera disfrutar, como leer más, ir más al cine o retomar las clases del instrumento musical que años tras era todo un capricho. Los momentos en que uno quisiera regalarle unos minutos a su soledad o compartir su compañía con quien uno quiera.
Me refiero a las charlas que uno quisiera tener, esas que están pendientes hace tanto. Y a todas esas cosas que quedan de lado cuando tiene otras que le roban el tiempo constantemente. Las que tiene que hacer por obligación pero que el interés por ellas es indirectamente proporcional a la repercusión en el bolsillo o currículo. Aunque tampoco hay que olvidar las malas decisiones y consecuentes pérdidas de tiempo en tonterías o tareas inconducentes.
Si bien trato de ser práctico y concreto con estas cosas para evitar que se extiendan más de lo estrictamente necesario, no me resulta nada fácil a causa de la imposibilidad –personal- para calcular el tiempo que me insume cualquier tarea. Trayéndome grandes problemas a la hora de proyectar el día, la semana y mi vida en general.
Por lo tanto opté por desistir de dichos intentos de planificación. Máxime en un período tan cruel en la existencia de cualquier occidental, comprendido entre los veinticinco y los cuarenta años, donde se concentra la mayor cantidad de mojones a superar u objetivos a conquistar. En estos quince años uno debe terminar sus estudios si no lo hizo; afianzarse profesionalmente ya que después es muy tarde o no se tiene la energía como para hacer los méritos necesarios; constituir la pareja; tener hijos y criarlos porque sino luego tampoco tendrá muchas energías para esto (tal vez no para cargarlos).
Por otra parte, para equilibrar o desequilibrarnos, a lo largo de los años tenemos que esperar por aquellas cosas que ansiamos obtener. Como los primeros permisos para salir de noche, que nuestra noviecita acceda (o noviecito, por suerte en algunos casos los tiempos han cambiado), que se concrete un trámite, que nos respondan de un laburo, etc. Todo por aquello que en la vida hay un tiempo para todo.
Y por si quedaban dudas, el otro día vi en el espacio en la CNN, varios consejos sobre como ordenarte y proyectarte de los veinte a los cincuenta, profesional, económica y familiarmente, incluyendo planes de ahorro, los momentos para emprendimientos personales y más.
Primero me preguntaba cómo alguien puede darnos consejos para organizar y encauzar nuestros tiempos de vida en sociedad cuando yo no podría considerarme apto para opinar sobre lo que otro hace, ni confío en que nadie pueda llevar su existencia más que como puede y no como quisiera. Pero finalmente recordé la frase que tan acertadamente acuñó La Chancha, en su último disco...
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